Comienzo a creer que no tengo talento para escribir. Tal vez para bailar o reir, pero no para escribir. Me da miedo; miedo de encontrar siempre una solución a mis problemas, miedo de un día agotar todas las palabras, de acabarme.
Puedo brincar la cuerda y desvelarme todos los días, anudar mis agujetas con una sola mano, llorar por nada... Pero no escribir porque, escribir implica pensar y sentir más allá, de concluir mis razones y plasmarlas; casualmente soy buena para pensar y aún más para sentir. Pero no para escribir.
Las hojas blancas me aterran, me pasman ¡Se imponen ante mi!
Las hojas blancas me vacían.
No hay comentarios:
Publicar un comentario